PORQUÉ RUSIA UTILIZA EL CÓDIGO MORSE

Algunos de nosotros, no tan viejos ciertamente, que en la “mili” nos tocó por una u otra razón estar en “transmisiones”, es decir sirviendo de contacto entre las distintas compañías, regimientos, batallones o lo que hiciera falta, a través de pesados aparatos rellenos de válvulas y baterías. Recordamos el PRC-6 o el PRC-10, que pasaba 12 kilos, por no decir aquel armatoste que funcionaba a manivela. Pero no se trata solo de aquellos viejos aparatos sino de cómo se cifraban los mensajes, algunos llevando un viejo libro como el Quijote, y otros, más imaginativos por lo jóvenes que éramos, inventando extrañas claves entre los compañeros de maniobras, dobles y hasta triples, que hoy recordamos divertidas, pero que disgustaban al alto mando porque al no tenerlas en el archivo ni estar pactadas, eran indescifrables para él. Y ya no digamos cuando, en un alarde de a saber qué, utilizábamos Morse. Imaginen ustedes una comunicación entre dos reclutas, que por divertirse o fastidiar utilizan una extraña clave de tres fases inventada por ellos, pero emitida en Morse. Hablamos de principios de los setenta, es decir hace cincuenta años.
Hoy todo eso ha cambiado, en la era digital los aparatos son livianos y con un elevado radio de acción, mientras que el cifrado es cuántico; en una palabra, indescifrable. ¡O quizá no!
Hasta ahí todo bien, sin embargo, lo que nadie tuvo en cuenta, o casi nadie como pronto veremos, es que pueden interceptarse, por lo cual romperse o desaparecer. Es decir, el mensaje quizá siga siendo indescifrable, pero quizá nunca llegue al receptor dejándolo sordo o, en el segmento de drones del ámbito militar, además ciego.
Pero vayamos al meollo de la cuestión, que es cómo puede solucionarse este problema, al menos en el ámbito militar.
Una vez leído lo anterior, es fácil de adivinar.


Nuestro compañero Josep Jover nos lo explica aquí, el porqué y el cómo:

Morse está ganando la guerra de Ucrania

¿Por qué en una guerra moderna, entre drones manejados por IA y misiles hipersónicos, Rusia ha vuelto a utilizar el código morse que tiene casi 200 años? ¿Y por qué se nos ha ocultado a los ciudadanos hecho tan singular por los medios de comunicación occidentales?

En el teatro de la guerra moderna, donde los drones manejados por inteligencia artificial y los misiles hipersónicos son lo que nos ofrecen por las pantallas, uno esperaría que las telecomunicaciones estuvieran a la vanguardia de la tecnología. Sin embargo, aquí estamos, presenciando cómo Rusia ha desempolvado, o mejor dicho, reactivado el vetusto código Morse, una reliquia nacida en 1837, para sus comunicaciones en la guerra de Ucrania. De golpe, quedamos asombrados ante tan fascinante anacronismo, que nos enseña fallos épicos de las estaciones de rastreo y los satélites modernos. Y también nos enseña cómo se sablean nuestros presupuestos.


La guerra moderna está repleta de tecnología punta: drones autónomos, misiles que viajan a velocidades increíbles y sistemas de defensa que parecen sacados de una película de ciencia ficción. Pero cuando se trata de comunicaciones, de enviar un mensaje del punto “A” al punto “B”, parece que los rusos han decidido que la tecnología del siglo XIX es más fiable que la del XXI. ¿Por qué? Bueno, porque los satélites y las conexiones de alta tecnología son tan fáciles de «pinchar» que hasta un hacker adolescente podría hacerlo desde su habitación. Así, las viejas corrientes de tonos entrecortados del código Morse, que cualquier marinero de hace dos siglos reconocería al instante, han demostrado ser sorprendentemente seguras y resistentes. Incluso hoy en día, muchas personas podrían identificar el característico sonido del código Morse, especialmente el patrón SOS (…- – -…), que se hizo famoso durante el hundimiento del Titanic, al usarse por primera vez. Mientras que las comunicaciones satelitales están constantemente bajo el acecho de interferencias tecnológicas, los bombarderos rusos y los barcos de la Flota del Báltico optan por enviar mensajes en Morse a sus centros de control. No es que los rusos sean nostálgicos, es que los satélites modernos y las torres de telecomunicaciones son tan confiables como un coche sin gasolina.

Samuel Morse no era ni ingeniero ni un mago tecnológico; era un práctico, un pintor de retratos en serie que, con la ayuda de Alfred Vail, creó un sistema de comunicación que resulta ser más robusto que las conexiones de fibra óptica modernas. Vail fue el cerebro detrás de los puntos y rayas y la idea de usar sonidos para transmitir información. Irónicamente, este invento tan simple sigue siendo más fiable que los sofisticados sistemas de comunicación actuales que, con sus múltiples vulnerabilidades, son prácticamente un chiste.


El código Morse tiene la asombrosa capacidad de ser decodificado incluso si los mensajes están incompletos. Los operadores expertos pueden llenar los vacíos causados por interferencias o mala recepción. Esta habilidad, profundamente arraigada en el cerebro humano, hace que Morse sea increíblemente eficaz en situaciones donde la tecnología moderna es sospechosa o simplemente falla. Y hablando de simplicidad, cualquier persona con conocimientos básicos de tecnología puede construir un transmisor Morse con componentes que se pueden adquirir en cualquier ferretería, algo que no se puede decir de las costosas y complejas estaciones de telecomunicaciones. Además, la señal generada por un transmisor Morse utiliza un ancho de banda muy estrecho, de solo 100-150 hercios, en comparación con los 2500-3000 hercios de las comunicaciones de voz estándar. Esto significa que los receptores pueden filtrar la mayor parte del ruido ambiental, algo que las estaciones de rastreo modernas aún luchan por lograr. Además, la energía necesaria para enviar estos mensajes es ínfima, mucho menos que la que consume una sola bombilla LED. Para ponerlo en perspectiva, todas las comunicaciones rusas hechas con Morse, al día, consumen menos energía que la que utiliza un patinete eléctrico para cruzar Madrid.

Con las comunicaciones Morse, la encriptación también ha vuelto a la vieja usanza. Las libretas de un solo uso, que requieren solo lápiz y papel, son prácticamente irrompibles si se utilizan correctamente. Una libreta nunca reutilizada garantiza la seguridad de los mensajes, algo que las modernas técnicas de cifrado a veces no pueden asegurar debido a las vulnerabilidades en las redes digitales.


El código Morse no solo ha sido útil en la guerra de Ucrania. En 2020, cuando las tensiones entre India y China se intensificaron en la región de Ladakh, ambos países reportaron el uso del código Morse para mantener comunicaciones seguras lejos del espionaje electrónico. Del mismo modo, en 2018, durante los ejercicios militares en el Mar de China Meridional, la armada de Taiwán recurrió al código Morse para asegurar sus comunicaciones navales ante la constante amenaza de interferencia china.

El código Morse es absolutamente económico, simple y duradero. En comparación con las costosas estaciones de telecomunicaciones y satélites, un equipo de transmisión de Morse puede construirse con una fracción de lo que cuesta una escopeta. No requiere mantenimiento complejo y puede operar en las condiciones más adversas. Esta economía de medios no solo es atractiva para operaciones militares sino también para situaciones de emergencia y comunicaciones en áreas remotas donde la infraestructura moderna es inaccesible o inexistente. Pero claro, esto sería la ruina de las empresas de logística armamentística.

La combinación de simplicidad y eficiencia ha permitido que el código Morse sobreviva casi dos siglos, demostrando ser más fiable que las complejas y crackeadas telecomunicaciones modernas. Así que, la próxima vez que escuchemos esos puntos y rayas, recordemos que, en la guerra de las comunicaciones, lo simple a veces resulta ser lo más efectivo. Con su increíble eficiencia energética, capacidad de operar en anchos de banda estrechos y la seguridad casi impenetrable de las libretas de un solo uso, el código Morse sigue siendo una herramienta vital en el arsenal de las comunicaciones. Pero claro, eso “no vende”.
(Publicado en Diario 16)

Josep Jover

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.