LOS REFUGIOS CLIMÁTICOS Y SEVILLA

Estamos a las puertas del mes de junio y ante el que podría ser, según los paleoclimatólogos, el verano más cálidos de los últimos cien millones de años; y ante la inevitabilidad del cambio climático, que según científicos hasta ahora muy silenciados, en 2081 podría sobrepasar los 5º sobre la era preindustrial, (algunos opinan que hasta los 7º antes del 2.100). En cualquier caso se confirma que en 2029, casi con toda seguridad la temperatura media del planeta habrá aumentado en 1,5º, en Europa bastante más, y de manera irreversible, es decir que ya no se puede corregir.

Obviamente, no se trata solo de plantear medidas para reducir el aumento de las temperaturas, aunque sea a treinta o cuarenta años vista (hace años ya alertamos que la sociedad capitalista está condenada a absorber el CO₂ emitido, pagando y financiando a las mismas corporaciones que lo emitieron). Ahora también debemos lidiar con los efectos de este aumento de la temperatura media, con el agravante que aún no conocemos sus efectos por carecer de paradigmas. No sabemos, por ejemplo, lo que sucederá con la corriente del golfo, si se paralizará o no, y tampoco lo que sucederá en caso afirmativo. La Inteligencia Artificial puede ser muy inteligente, siempre y cuando la alimentemos con datos y que esos no estén equivocados.

Para combatir los efectos del cambio climático hemos inventado el Refugio Climático, de lo cual no todos, principalmente quienes más hablan de ello y son responsables políticos de ponerlo en práctica, saben exactamente lo que es. Y es importante saberlo, porque ya hemos entrado en la era de los Refugios Climáticos. De hecho Barcelona ha sido pionera en su desarrollo.

Lo primero que nos viene a la cabeza, al hablar de Refugio Climático, es un parque con árboles y plantas, que ya de por si reducen la temperatura ambiente de la zona (se ha comprobado que en el mismo lugar y construcción, una zona ajardinada puede reducir la temperatura ambiente). Como muestra pueden utilizar el mapa interactivo. Sin embargo, no debemos olvidar que en un futuro muy próximo quizá no tengamos suficiente agua para regar nuestros parques y jardines, y que ante un aumento de temperaturas tan agresivo, muchas plantas autóctonas quizá no puedan sobrevivir o, al menos, servir como cobertura vegetal óptima, precisamente en los meses de más calor, es decir cuanta más necesidad hay de ellas.

Obviamente, aunque necesaria para reducir de manera natural el CO₂ del ambiente, en los Refugios Climáticos no todo ha de ser vegetación y consumo de agua. Un Refugio Climático, al menos el más eficaz en un caso de urgencia, puede ser el vestíbulo de una Biblioteca, de un Centro Cívico o Médico, una gran superficie comercial, pero también, si nuestros administradores políticos, a quienes una “mayoría” ha elegido, hacen su trabajo, los patios de las escuelas, las paradas de autobús, y las plazas públicas tengan o no vegetación -no olvidemos que la vegetación es muy importante, no solo para la salud física sino también la mental y el nivel educativo de nuestros escolares.

La primera vez que vimos algo parecido a un refugio climático, que hoy con toda la razón se ha puesto de moda, fue en el agosto de 1992, durante la Exposición Internacional de Sevilla. Los planificadores del evento, más duchos y previsores que cualquiera de nosotros en golpes de calor generalizados, tuvieron a bien construir unos espacios de reposo con sistemas de fina lluvia, que refrescaban a los sufridos visitantes en las casi cotidianas olas de calor.

En los veranos sevillanos es habitual superar los 40º a la sombra, ya no digamos al sol, por lo cual, los sevillanos y andaluces en general tienen la mano rota en lidiar con semejantes eventos, de no ser así la esperanza de vida en ciudades como Sevilla y Córdoba bajaría en picado. Los arquitectos andaluces saben muy bien cómo construir sus edificios, nunca se les ocurriría planificar uno de ellos sin tener en cuenta que en sus ciudades a menudo se llega a los 45º.

Hemos mencionado la Sevilla de 1992 por una razón muy concreta, esta ciudad, parece ser que pionera en Europa en buscar soluciones para combatir las olas de calor, ha vuelto a ser noticia por lo mismo, por el desarrollo de un inteligente sistema de utilización del agua y el aire para refrescar el ambiente en la ciudad, influenciada en el que se utiliza hace 3.000 años en la ciudad de Yazd, en el centro del desierto de Irán.

Ya en junio de 2022, Sevilla fue la primera en crear un sistema para medir y clasificar las distintas olas de calor, parecido a lo que hacen los meteorólogos norteamericanos con los distintos huracanes, para así conocerlos mejor y prevenirlos. Pero en noviembre del mismo año la ciudad fue más lejos y empezó a utilizar métodos tradicionales, adaptándolos a las nuevas tecnologías en la Isla de la Cartuja, precisamente donde treinta años antes había sido construido el complejo de la Exposición Internacional. La idea, que desde el 2022 se utiliza en las edificaciones públicas de la Cartuja, se está trasladando a paradas de autobús, convirtiéndolas en espacios donde los ciudadanos puedan parar unos minutos y sentir el aire fresco, y a patios de colegio para evitar los recurrentes golpes de calor a los escolares.

La Universidad de Sevilla ha creado un “catálogo de soluciones” para que los arquitectos, constructores, municipios e incluso particulares, puedan aprovecharse de este estudio. Reducir prácticamente con coste cero la temperatura de nuestras casas, escuelas, parques, plazas y edificios públicos, está en nuestras manos. La Universidad de Sevilla lo brinda gratuitamente, solo falta voluntad y ganas de trabajar de los políticos por su ciudadanía.

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