Sobre Greenpeace y su campaña contra las macrogranjas
Nuestros amigos de Greenpeace, con buena fe y cargados de razón, han lanzado una campaña de recogida de firmas para conseguir la paralización inmediata del proyecto de construcción de la macrogranja, que la empresa Valle de Odieta S.C.L. pretende construir en el municipio de Noviercas, en Soria para 23.520 vacas. Esta empresa ya está explotando una granja de 5.000 en Caparroso, Navarra, de la que es incapaz de gestionar sus residuos, que contaminan el agua y la tierra del municipio.
Aun estando de acuerdo con la base de esta petición, desde Alternativa Pirata consideramos que no se pueden prohibir taxativamente las granjas por su tamaño y criminalizar el sector ganadero intensivo de manera generalista. Además queremos llamar la atención en que la petición no define lo que es una macrogranja, el número de cabezas de ganado que la componen y sus características. Creemos que sin un análisis más detallado, al generalizar nos arriesgamos a ser presa del populismo, obviando que si el mercado demanda carne a un precio asequible y no se produce en la proximidad, el mayorista la tendrá que importar de otros países, como Argentina, Nueva Zelanda o los EEUU, por poner unos ejemplos, alterando otros ecosistemas y el global.
La existencia de macrogranjas no es una causa en si misma sino la consecuencia de la demanda, cada día más elevada, de alimentos cárnicos a un precio asequible para la mayoría de personas. En esos últimos cuarenta años Europa ha generado políticas agrarias para producir en su territorio alimentos de bajo precio, y el mercado los ha asumido de tal modo que hoy el ciudadano europeo solo conoce este tipo de alimentos, pero le molesta cómo se produce. La solución es encontrar alternativas a este modelo de producción, sin necesidad de demonizar las grandes explotaciones.
Para nosotros lo que importa no es el tamaño de la granja sino la forma de producir.
Somos contrarios a la existencia de diez pequeñas granjas de, por ejemplo, 200 cabezas de ganado cada una, que compran pienso o grano producido en la Patagonia o en las tierras robadas a la Amazonia, viviendo el ganado en naves sin pastos a su alrededor y produciendo purines sin la necesaria superficie de terreno para extenderlos como abono. Pero no podemos estar en contra si en este mismo municipio hay una granja de 2.000 cabezas de ganado, con pastos suficientes y una buena gestión de retorno de los residuos a la tierra.
Dicho esto, desde Alternativa Pirata proponemos la creación de una agricultura local y sostenible, que permita que los productores fijen sus residencias en el territorio de explotación, manteniendo escuelas abiertas en los mismos municipios para ofrecer profesionalidad y posibilitar la continuidad de las explotaciones. Sin embargo, no es realista creer que podremos adquirir esos alimentos a un precio asequible y en las grandes superficies, aunque en ellas se nos pretenda vender, mediante bucólicas imágenes, que el producto proviene de preciosas granjas en medio del campo, con vacas pastando libremente.
Desgraciadamente el campo se ha vaciado porque el pequeño agricultor no puede vivir de la pequeña producción, a no ser en casos muy determinados y por haber conseguido una pequeña clientela de elevado poder adquisitivo, que valora la producción ecológica. Por poner un ejemplo, cada vaca de producción ecológica puede dar alrededor de 30 litros de leche diarios, mientras que una intensiva sino sobrepasa los 40 pierde dinero. Y no solo eso sino que el coste de producción de una ecológica es sensiblemente superior al de una de producción intensiva.
En general el alimento es barato en proporción a lo que habría de costar, mientras que el turismo rural, que a duras penas podría cubrir parte de la pérdida, es estacional. Y si bien la digitalización ha dotado al agricultor de herramientas de venta directa, eso no es suficiente para solucionar el problema.
Con el cambio climático deberemos invertir grandes sumas de dinero, más aún de las actuales, para apagar incendios, repoblar los bosques y adaptarlos al calentamiento global. Este proceso podría ser menos traumático y costoso si esos agricultores explotaran el monte. Sin embargo, un agricultor que gestiona territorio y cultiva territorio local, haciendo de cortafuego y limpiando bosques no puede competir en el mercado con una gran macrogranja, porque va a perder siempre. Para retenerlo deberemos promover un cambio en el mundo rural, buscar nuevas maneras de repoblar nuestras aldeas y pueblos, haciéndolos atractivos para nuestros mayores, facilitando la creación de pequeñas industrias de artesanía local, de productos alimenticios de calidad y de energías renovables de ámbito municipal, pero también pagando por el servicio que aportan a la sociedad, al evitar los incendios y combatir el calentamiento global.
Y una vez resuelta la supervivencia de nuestros pequeños y medianos productores agrícolas y ganaderos, podemos hablar de las macrogranjas.
Según nuestros expertos, una vaca productora de leche necesita unos 100 litros diarios de agua potable, más o menos la misma cantidad que un habitante de una gran ciudad como Barcelona (105 litros de media).
25.000 vacas de producción consumen un mínimo 2.500.000 de litros de agua al día, aparte de la utilizada para la limpieza de las salas de ordeño, de los tanques de leche, etc. En una situación normal, esas vacas producirían diariamente 1.000.000 de litros de leche, pudiendo alimentar cada día (con las raciones diarias de leche recomendadas) a 2.000.000 de personas. Los residuos, con un coste de 1.500.000 de litros de agua, serían convertidos en abono para los campos. Una granja o las necesarias con estas dimensiones podrían abonar entre 20.000 y 25.000 hm2. Haciendo una correcta rotación de cultivos, reabsorberían una parte de los gases de efecto invernadero que han producido, creando trabajo a multitud de personas que necesariamente deberían vivir en la zona.
En caso contrario, es decir si las granjas se nutrieran de pasto y pienso llegado externamente, aparte del coste en CO2 del transporte, generarían más de mil toneladas diarias de defecciones diarias, vertidas en los arroyos o abandonadas en el campo, provocando el envenenamiento de los acuíferos. Por supuesto, estas granjas no deberían existir.
Nuestros expertos también nos aseguran que 25.000 vacas lecheras necesitan diariamente 1.250.000 kgs. de forraje o pienso para alimentarse. Este forraje puede estar cultivado en la zona de las granjas con unas correctas técnicas de cultivo, o puede ser suministrado por camiones que lleguen directamente del puerto, cargados de soja o cereal del otro lado del atlántico. En ese caso, no aportarían ningún tipo de riqueza al territorio, tan solo importarían mucho nitrógeno producido en Argentina, Norteamérica, etc. que conllevaría problemas de gestión, no solo para las empresas sino también para la comunidad. Al igual que las anteriores, estas granjas no deberían existir.
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